[T-A] III ACT 7

Ni me da para pensar el título ya oye



El primer impulso de Martín fue correr tras Amelia. Era rápido, sabía moverse en el agua, y ella tenía la brújula y el manual. Quizás, antes de que fuera demasiado tarde, podría quitarle algo. 

Pero al ver a sus compañeros huir, oír los gritos y el estruendo del agua cayendo contra la antigua ciudad supo que no tendría tiempo. Se quedó en la retaguardia, ayudando a avanzar a aquellos que no tenían tanta soltura en el agua como podía tenerla él: pronto ni siquiera aquello fue suficiente, y con el impacto de las olas desviándoles de su camino y los antiguos pasillos y salas derrumbándose sobre sus cabezas, sus labios se movieron solos. Notó una corriente de poder a través del pañuelo azul que llevaba alrededor de una de sus muñecas al tiempo que el agua, de golpe, parecía ralentizarse: sabía que Elín estaba tras ellos, luchando contra el elemento para ganarles aunque fuera unos segundos más de tiempo. Antes de empezar a moverse solo por impulso pensó que tendría que agradecérselo si sobrevivían. 

Como había dicho la Bronzong, el agua caía a un ritmo tal que parecía diluviar. Notó sus propias piernas más rápidas, sus reflejos más agudos al tiempo que sorteaba rocas, empujando a los que iban por detrás, cargándolos a momentos si era necesario. Perdió la visión cuando la luz de la salida ya estaba a segundos de distancia, notando como Elín cogía una de sus manos y tiraba de él hasta dejarle a salvo.